"Una ágil historia de vidas rotas, de una relación madre-hijo tan cruel como conmovedora". - Adrián Cordellat, EL PAÍS
"Belleza y dureza que golpean". - LA VANGUARDIA
¿Qué me inspiró a proponer este libro? Pues creo que es un regalo que no podíamos dejar de hacernos, al menos yo lo veo de esa manera, espero no defraudarlos. Este libro fue lo mejor que leí en la pandemia, ¡vaya año! La lectura fue un escape que me ayudó a no sucumbir, recuerdo llorar y sentirme como un ente que caía al suelo sin peso. A ver, les cuento un poco…
Leer esta historia me ha dolido y me ha enternecido, al leer necesité tanto hacer un club de lectura, así que con el amigo que me lo recomendó hablamos por horas haciendo catarsis, dándonos cuenta de todas los temas de hijos e hijas para con los padres, recordando nuestra rebeldía y pasajes de la vida, entendiendo el perdón y la manera en que muchas veces las palabras o las acciones pueden causarte estragos de los que no siempre puedes salir.
Qué buen amigo de verdad, uno de mis grandes tesoros encontrados, así que ahora lo comparto con ustedes. De verdad, gracias por votar por este libro, sé que lo disfrutaremos o lo odiaremos, pero sentiremos. Hay algo en este libro, no puedes soltarlo una vez que empiezas... lo crudo, lo terrible, lo lírico, lo bello… es como un poema, de esos que realmente te hacen sentir.
Indagando en internet me doy cuenta de que conecta con lectores de todas partes del mundo porque son problemas humanos. También me resultó increíble cómo una mujer puede tener voz de hombre de una manera muy bien lograda en tres diferentes etapas: niño, adolescente y hombre maduro.
En fin, tengo que decirlo, al principio lo encontrarán crudo y cruel como un puño. Yo lo odié y estuve a punto de dejarlo, pero no pude. Seguí leyendo y simplemente lo fui amando, ese odio áspero fue tejiendo capa tras capa de tantas emociones que me encantaron, me guardaron, me hicieron sentir realmente triste o vacía, otras tan tierna y viva, como la brisa cuando golpea de manera suave y de repente como un huracán. Creo que es un regalo que esta escritora de Moldavia nos da en su primera novela.
Les comparto mi publicación de este libro cuando lo leí en la pandemia:
Tatiana Țîbuleac (Chisináu, Moldavia, 1978), autora de El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes -de ese libro hablamos-, es una joven y celebrada escritora, periodista y traductora moldava-rumana, que vive en París. Esta, su primera novela: se publicó en 2017 e impactó de lleno entre los lectores de muy diversas partes del mundo, incluida la Argentina, en donde apareció este año publicada por editorial Impedimenta. Se trata de una descarnada reflexión sobre las relaciones materno filiales, por la que además ganó múltiples premios literarios, entre ellos el de la Unión de Escritores de Moldavia, el Observator Cultural y el Lyceum.
"Los ojos de mi madre eran historias no contadas". Tatiana Țîbuleac (Spanish Edition)
Ficha del libro
Título: El Verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
Autora: Tatiana Țîbuleac
Editorial/Sello: Impedimenta
Número de páginas: 256
Año de publicación original: 2017
Sinopsis
Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.
El verano que mi madre tuvo los ojos verdes es una propuesta de Soledad Rivera.
División de lecturas
La autora
Tatiana Țîbuleac visibiliza en su bella y a la vez descarnada literatura los conflictos que habitan en el ser humano, los suyos propios y los de su país. Criada en la Moldavia soviética, la escritora reflexiona en sus libros sobre la identidad, la reconciliación (con un ser querido, un idioma o un país), la ausencia de amor, el perdón y la fragilidad de las relaciones humanas.
Tatiana Țîbuleac nació en la capital de Moldavia, Chisináu. Su padre era periodista y su madre editora, por lo que creció rodeada de libros y periódicos y se aficionó pronto a la lectura. Estudió periodismo y comunicaciones en la Universidad Estatal de Moldavia y durante esos años ya empezó a colaborar con diversos medios en calidad de traductora, correctora y reportera.
TRAYECTORIA
En 1995 Țîbuleac empezó a trabajar en el periódico FLUX, de gran difusión en esa época en Moldavía. Poco después tuvo su propia columna, llamada "Povești adevărate" ("Historias verdaderas"). Cuatro años más tarde pasó a trabajar en la televisión, en un canal moldavo llamado Pro TV Chișinău, donde comenzó como reportera y posteriormente fue presentadora. En alguna ocasión comentó que en su trabajo intentaba escribir sobre personas diferentes y no famosas, porque las encontraba más interesantes. De hecho, solía dedicar días a conocer personas pobres, con enfermedades y en general con problemas sociales sobre los que después escribir.
En 2007 dejó el periodismo y se trasladó a París en 2008. Según ella contó, le vino muy bien el cambio de vida para encontrar un modo nuevo de escribir. Publicó en Moldavia su primer libro Fábulas modernas, en 2014. Se trata de una colección de 50 historias cortas sobre la migración. El libro tuvo su origen a raíz de varias publicaciones en Facebook, hechas con el propósito de inspirar a las personas que vivían lejos de su hogar y hablar sobre la migración desde una perspectiva diferente. Las opiniones y los debates generados en la red social hicieron de Fábulas modernas un fenómeno de los más populares aquel año. Su primera novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes se publicó en 2017 Según algunos medios, "una cruda e íntima reflexión sobre las relaciones materno filiales que apela a la fuerza del amor y el perdón" y también la crítica destacó la poesía que destila el estilo descarnado de la autora. La novela ganó múltiples premios literarios y ha sido traducida al francés y al español. En Bucarest se hizo una obra de teatro de la novela.
En 2018 publicó su segunda novela Jardín de vidrio por la que le concedieron el Premio de la Unión Europea de Literatura
CULTURA
Tatiana Țîbuleac: "Es muy difícil para las personas amar en sus vidas si no lo aprendieron siendo niños".
"Algunas personas piensan en su identidad desde el día de su nacimiento" / "La maternidad siempre ha sido uno de mis mayores miedos" / "Crecí pensando que algo injusto se le había hecho a Moldavia y a nuestra gente".
Tatiana Țîbuleac, visibiliza en su bella y a la vez descarnada literatura los conflictos que habitan en el ser humano, los suyos propios y los de su país. Criada en la Moldavia soviética, la escritora reflexiona en sus libros sobre la identidad, la reconciliación (con un ser querido, un idioma o un país), la ausencia de amor, el perdón y la fragilidad de las relaciones humanas.
Les comparto unas preguntas de una entrevista que le hicieron en el español:
Uno de los temas clave en su obra es la reconciliación: con un ser querido, con un idioma, con un país.
Es un tema que siempre me ha interesado. Crecí rodeada de gente mayor, gente que con la edad les ha costado perdonar. Recuerdo muchas conversaciones de mis abuelos incapaces de perdonar a, por ejemplo alguien que hizo algo a sus 30 años, habiendo pasado tanto tiempo. Siempre me he preguntado qué lleva a una persona a reconciliarse con otra, a perdonarla, o cuánto tiempo se necesita para reconciliarse con todo lo que se le ha hecho a un país, como es el caso de Moldavia. Pensaba mucho en este concepto del perdón cuando escribía porque crecí con un sentimiento de que algo injusto se le había hecho a Moldavia, a nuestra gente, y me preguntaba: ¿Cuánto tiempo necesitamos para perdonar todo esto?" Puede ser que tampoco tengamos que perdonar.
¿Cómo de difícil es forjar una identidad en un país o una familia en crisis?
Creo que cuando vives una profunda crisis, la identidad no es lo principal. No lo piensas, simplemente sobrevives. Hay un momento donde todo está pasando y piensas en quién eres. Esto es lo que me pasó a mí. Luego me mudé a París y nunca pensé en cuánto hay de rumano en mí. Me preguntaba qué idioma debería hablar con mis hijos porque uno de ellos es quizás más importante, pero no es el mío (se refiere al ruso). Así que creo que algunas personas viven toda la vida sin pensar en sus identidades, y eso les parece bien. Pero algunas piensan en ello desde el día de su nacimiento y escuchan esto en todas partes a su alrededor. Y hay comunidades que hacen vida, construyen sus historias alrededor, luchando por la identidad y el lenguaje, por una meta. Entonces, en este sentido, creo que la gente es muy diferente. Para mi padre, por ejemplo, su identidad era muy importante y vivió y murió por un gran sueño: la reunificación de Rumanía con Moldavia. Crecí en la época soviética. Y para mí, eso no era tan importante antes. Pero ahora llego a entender a mi padre. Y también se volvió algo importante para mí.
En su primera novela revela su miedo a ser mala madre. ¿Qué papel juegan las mujeres en su país?
Todos mis miedos los oculto en diferentes personajes. La maternidad siempre ha sido uno de mis mayores miedos porque las mujeres en Moldavia tenemos una tremenda presión encima. En el país del que vengo una vez casada, la mujer es ante todo madre, y sea lo que sea que esté haciendo en la vida, debe anteponer lo primero a ser madre, y a poder ser perfecta. Ese pensamiento acumula esta expectativa de la sociedad no muy sana, en mi opinión, de que las mujeres se sacrifiquen por los hijos y por la maternidad. Debes vivir felizmente la maternidad para que los niños lo sientan, pero también una madre puede sentirse infeliz al serlo. Así aprenden en la vida. También hablo de desamor y de lo difícil que es para las personas poder amar en sus vidas si no lo aprendieron cuando eran niños.
Encuentra belleza en sentimientos como el dolor y la ira. ¿Están los mejores motores de inspiración por encima de la alegría y la paz?
Encuentro belleza en casi todo. Me gusta bastante buscar el lado bueno de las cosas aunque muchos no lo vean. No creo en que una persona no puede ser buena al 100% o que no pueda ser feliz por completo. Así que de alguna manera siempre me ha atraído ese otro lado de la gente y los cuentos de hadas. Y a mí personalmente me gustan las cosas sombrías, el drama y las cosas que digo. Puedo recomponerme y afrontar una situación difícil mejor que una agradable. Y realmente no sé cómo comportarme ante el éxito de mis libros cuando nunca sé exactamente cómo responder o comportarme. La gente me pregunta por mis libros o cómo llegué a tal punto y yo sólo puedo contestar que se trata de inspiración. No creo que la inspiración te caiga del cielo, pero sí que tengas cosas que decir. No tengo en mente al público cuando estoy escribiendo. Quizá es algo egoísta por mi parte.
PRODUCCIÓN LITERARIA
Obras
2014 Fábulas modernas
2016 El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, Editorial Impedimenta, con la traducción de Marian Ochoa de Eribe.
2018 Jardín de vidrio, Editorial Impedimenta, con la traducción de Marian Ochoa de Eribe.
Premios y reconocimientos
2020. Premio Las Librerías Recomiendan (CEGAL)
2019. Premio Cálamo Libro del año 2019 por El verano que mi madre tuvo los ojos verdes
2019. Libro del Año de las Librerías de Madrid (Finalista)
2018. Premio de la Unión de Escritores Moldavos (Rumanía)
2018. Premio Observator Cultural (Rumanía)
2019. Premio Lyceum (Rumanía)
2019. Premio de Literatura de la Unión Europea.
2022. XV Premio de Novela Europea Casino de Santiago.
Fuente:
https://www.elespanol.com/malaga/cultura/20210925/tatiana-tibuleac-dificil-personas-vidas-no-aprendieron/614439488_0.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Tatiana_%C8%9A%C3%AEbuleac
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes | Tatiana Țîbuleac